Radiografía de la Venezuela del chavismo
- Dario Perero Prof.
- 26 ene 2019
- 12 Min. de lectura

La situación en Venezuela actualmente parece no tener una salida fácil, si la tiene. Después de veinte años de hegemonía del chavismo, el movimiento creado por Hugo Chávez en los 90’/2000' ha ido perdiendo brillo. Con Maduro en el poder, la hiperinflación se ha convertido en un problema irresoluble para las autoridades, sumado a la inseguridad y a los problemas de escasez; en resumen la situación es dramática.
Pero ¿cómo se llegó a este nivel de tensión? ¿Quiénes son los responsables? Unos interrogantes complejos que intentaré responder en el desarrollo de este artículo, sin dejar de marcar desde una postura propia los claros y oscuros del proceso político en cuestión.
Nacimiento. A principios de siglo XX se descubrieron grandes yacimientos de petróleo en territorio venezolano. Las grandes empresas norteamericanas se hicieron con su explotación, y cuando un gobierno quiso pactar con alguna otra potencia europea, EE.UU. se encargó de derrocarlo apoyándose en un intervencionismo que se convertiría en moneda corriente en Latinoamérica durante el siglo pasado.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los intentos populares de democratización llevados adelante por Rómulo Gallegos, no dieron resultado porque el ejército se hizo con el poder. En efecto, este dominó el país hasta que un 23 de enero de 1958, un golpe cívico-militar depuso de su cargo al dictador Marcos Pérez Jiménez. Y en octubre del mismo año, los tres grandes partidos nacionales –AD (Acción democrática), COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente) y URD (Unión Republicana Democrática)- firmaron un acuerdo donde se restablecía la democracia y el juego electoral en el país. El acuerdo llevaría el nombre de Pacto del Punto Fijo y regiría en el país de manera estable hasta el "Caracazo" de 1989, donde entraría en crisis[1]. Durante esos años, con el precio del petróleo en constante crecimiento, se fue conformando una clase media que luego sufriría la decadencia en los noventa, ayudando así a la aparición de un nuevo actor político: Hugo Chávez Frías.
En 1989, la crisis económica se hizo insostenibles. Los ajustes ortodoxos acordados con el FMI por el gobierno de Carlos Andrés Pérez, llevarían al país a un estallido social con el saldo de unos 2000 muertos[2]. El descontento generalizado con el gobierno, se fue trasladando a todo el sistema partidario que no ofrecía alternativa. El sociólogo argentino, Ernesto Laclau, definía a dichas circunstancias como un “momento populista”: cuando la sociedad llega al punto de no reconciliación con un sistema político institucional que no resuelve sus necesidades. Como reacción, termina aglutinándose un conjunto de demandas (“cadena de equivalencias”) que unifican reclamos, con la esperanza de su resolución por fuera del aparato tradicional representado por las estructuras del Estado, por lo general se resumen en un líder que actúa como el estandarte de las nuevas peticiones (“significante vacío”)[3].
Sin temor a equivocarse, se puede decir que Chávez se convirtió en ese líder capaz de unificar los derechos exigidos socialmente.
En rigor, en 1992, como comandante de un destacamento militar se levantó en armas contra el gobierno. Aunque fue apresado, su fama fue en aumento hasta que en el momento de ser liberado, su popularidad lo ponía a las puertas del Palacio de Miraflores. Acontecimiento que ocurrió en 1999. El Pacto del Punto Fijo estaba muerto y un nuevo escenario político comenzaba en Venezuela.
La construcción del chavismo. En el extranjero muchos analistas y funcionarios creyeron que Chávez sería un caudillo más de los que tuvo Latinoamérica, capaz de domar la situación social en la que vivía el país para luego dar espacio a otros dirigentes; se equivocaron.
El nuevo mandatario comenzó el gobierno reformando la constitución que daría comienzo a la V república. Firmo decretos-ley de tierras, pesca e hidrocarburos. En rigor, nacionalizó la producción petrolera, dejando su control en manos de PDVSA, la empresa hidrocarburifera del Estado desde 1975. Se declaró como un “bolivariano” que venía a restaurar la dignidad perdida del pueblo. También se crearon planes de asistencia social o de viviendas, la educación pública fue una política de Estado; las universidades pasaron a ser gratuitas.
Rápidamente fue tachado de ser un dictador en potencia por su manera particular de gobernar y su enfrentamiento con los medios de comunicación,así como su rechazo a la democracia liberal. Su alianza con la Cuba de los Castro, Rusia y China como un peligro para el país ubicado al norte del Río Bravo.
Las relaciones internacionales y la expropiación cayeron mal en EE.UU., ya que sus empresas tenían las concesiones de la mayoría de los pozos en la rica faja del Orinoco. El intento de golpe contra el chavismo en 2002, fue urdido desde el gobierno de Bush, complotado con la parte más recalcitrante de la oposición venezolana, representados políticamente por algunos líderes que todavía están en el ruedo o incluso detenidos, como Leopoldo López. Se detuvo a Chávez, se declaró un gobierno provisional de transición pero fracasó y el presidente legítimo tuvo que ser liberado. A fines de 2002 y principios de 2003, se volvió a la carga con un lockout petrolero comandado por las patronales aliadas con los sindicatos tradicionales. También falló[4].
El intento fracasó por tres razones centrales: 1- los más humildes bajaron de las barriadas para defender a Chávez que, es bueno recordar, tenía un nivel de aprobación del 70% de la población; 2- los que se rebelaron fueron los policías metropolitanos –al igual que pasaría en Ecuador en 2010-, en cambio los militares siguieron fieles al gobierno bolivariano y a su líder; 3- los países de la región no tuvieron una actitud favorable al golpe, sobre todo los dos grandes países de América del Sur: Brasil y Argentina.

Hegemonía. Después del golpe, Chávez saldría fortalecido. En un referéndum revocatorio votado en 2004, aplastó electoralmente a la oposición. Las fuerzas opositoras desprestigiadas, denunciaron fraude y no se presentaron a las elecciones del 2005, dándole todo el poder al oficialismo. Se puede decir que fue en ese momento que el chavismo se afianzó en el poder, presentándose como una fuerza progresista exitosa capaz de inspirar y liderar a los demás gobiernos que se referenciaban en el modelo venezolano: el luego llamado eje bolivariano[5]. Además de aliarse a otros mandatarios que rechazaban el neoliberalismo anterior gobernante: el kirchnerismo en Argentina o el petismo/lulismo en Brasil.
Pero no todos fueron aciertos. Luego de la victoria aplastante de 2006, algunos problemas que hoy son crónicos en aparato de gobierno del chavismo.
El error fue no resolver tres problemas: el primero, la dependencia económica a un solo producto que representaba el 80% de las exportaciones, algo que aunque se hicieron declaraciones grandilocuentes, no se intentó hacer. En ningún momento se probó empezar una transición de una matriz energética a otra de producción. Se pasó de un capitalismo rentístico a una especie de socialismo o economía mixta público/privado también basado en la renta. El segundo, la inflación que el mismo Chávez en 2013 la llamó una enfermedad que había calado hasta los huesos, que se subestimó a tal punto de que hoy parece romper todos los records en los índices macroeconómicos. Y tercero, la burocratización del Estado, especialmente en PDVSA, donde se pusieron a cargo de cargos importantes a personas confiables para el nuevo poder pero que no eran idóneas para el cargo, provocando la corrupción y el despilfarro del dinero público. Lo mismo sucedió con el control de las importaciones, sobre la cual volveré más adelante. La inseguridad, crecía constantemente como fenómeno que afecta a todo el cuerpo social. Con todo, la pobreza bajó durante sus mandatos y eso empujó su popularidad.
Sobre este último punto, es interesante pararse y analizar el proceso bolivariano para poderlo entender.
El chavismo, como todo movimiento populista, desde un comienzo giraba en torno de un líder carismático. En el caso de la Venezuela bolivariana, el término “comandante” parece ser loable para entender la forma cuasi militar de entender la gobernanza. El personalismo es una característica de casi todos los procesos populares que se dieron en América Latina desde el siglo XX, y Venezuela no fue la excepción.
En 2006, después de arrasar nuevamente en las elecciones, el mandatario propuso un referéndum en el que se proponía declarar al país una república socialista. Fue la primera derrota electoral del chavismo (2007) pero Chávez no la aceptó e hizo que el Tribunal Supremo de Justicia declarase legal sus reformas a cuentagotas. Fue desde ese momento que se comenzó a hablar más abiertamente de un “socialismo del siglo XXI”. En aquél año se funda el PSUV (Partido Socialista Unidos de Venezuela), que es hasta hoy la fuerza donde se unifican todas las ramas del movimiento.
Se creaban las bases de una contradicción que acompaña, con sus consecuencias, hasta el día de hoy al país. Por un lado, un verticalismo que bajaba del ejecutivo hasta la Asamblea Nacional –parlamento venezolano- y el tribunal de justicia, sumado a una fidelidad manifiesta de las fuerzas armadas como de la burocracia estatal. Por otro, desde 2006, Chávez comenzó a impulsar una organización paralela que sirviera de contrapeso al Estado formal: las comunas. Conformadas por organizaciones barriales, aglutinan a consejos de base que discuten políticas públicas que luego son presentadas a las autoridades. Representan una parte considerable de la sociedad, sobre todo de las clases bajas, forman una suerte de Estado comunal horizontal aliado/supeditado al mandato del Estado legal bolivariano[6]. Una democracia directa dentro del movimiento político en sí (aunque más en la teoría que en la práctica). Forman parte del Poder Popular, uno de los cinco poderes que establece la constitución del 1999-2000.
Como Estado paralelo y contrapeso del poder, recibieron armas y entrenamiento del gobierno para proteger al chavismo; son esos los colectivos que durante las “protestas” de las “guarimbas” de 2014 que actuaron como fuerza paramilitar asesinando a manifestantes opositores. El clientelismo manejado por los cabezas de algunas comunas hace que defiendan al gobierno para conservar negocios que la corrupción endémica en el país, les da de beneficio.
El verticalismo se volvió la verdadera forma de gobernar. Con el ejército, los colectivos comunales, la burocracia estatal y las bases sociales como pilares de poder. Chávez, imbatible en las elecciones, fue siempre un fenómeno imposible de derrotar para la oposición. En 2010, nuevamente no volvieron a presentarse a elecciones; recién en 2013 encontraron un candidato joven y moderado –Enrique Capriles, hijo de una de las grandes fortunas venezolanas fue el candidato de la MUD[7]- capaz de aglutinar a una gran masa de la población –especialmente la clase media- que, después de años de dominio del presidente, mostraban un descontento manifiesto pero aún minoritario.
Un Chávez enfermo volvió a ganar, y a pesar de algunos titubeos al principio, el candidato de unidad de la oposición aceptó la derrota por diez puntos de diferencia.
El personalismo, un mal latinoamericano difícil de resolver para los denominados progresismos latinoamericanos, jugó su partida a la muerte del líder de la Revolución bolivariana. Su delfín, Nicolás Maduro, nunca pudo tener el mismo carisma y el mismo poder en las filas oficialistas que su antecesor.
Con su victoria en 2014, por apenas un punto contra Capriles, abrían un nuevo panorama para la nación caribeña
Chavismo sin Chávez. Maduro heredó una situación difícil. Una inflación que ya era en 2013 de más del 40%, el déficit fiscal era preocupante, la matriz productiva rentística no fue tocada y las luchas intestinas entre quienes no aceptaban del todo su liderazgo.
Pero cuando un gobierno recibe una situación desequilibrada, puede mejorar las cosas o empeorarlas. El nuevo gobierno empeoró todos índices macroeconómicos. ¿Cono se llegó a un escenario tan caótico?
Se pueden encontrar cuatro variables principales: 1- el petróleo tuvo una baja significativa desde 2014, pasando de arriba de 100 dólares a menos de 30 para luego estabilizarse hasta estar entre los 40/50 por barril. En un país, importador neto de alimentos, al caer el precio de su único valor exportable capaz de dar liquidez en el saldo exportable, genera que se puedan importar menos productos comestibles. Ante una situación así, el desabastecimiento completa la ecuación. El gobierno denuncia una guerra económica dirigida desde el exterior y por las cámaras empresarias nacionales, que acapara productos para desestabilizar el gobierno. De seguro habrá ciertos interesados en llevar adelante actos de sabotaje, pero no parece existir una situación parecida a la llevada adelante contra Allende en Chile en los 70’, como dicen desde el oficialismo. 2- Por otro lado, son los antes nombrados “boliburgueses” los que parecen estar acaparando productos importados. Se denomina así a los funcionarios que se han enriquecido bajo la égida del nuevo Estado nacido en 1999, muchos de ellos encargados del control de las importaciones que se quedan con los alimentos para luego venderlos en el mercado negro a precios desorbitantes, aprovechándose de la desesperación de la sociedad por conseguir los bienes necesarios para vivir. 3- otro caso es la corrupción y la desidia en el manejo económico de las empresas del Estado, especialmente PDVSA. Esta pasó de producir la mitad de barriles petroleros que en 2010, impulsada por la baja de la productividad y la expulsión de los técnicos especializados que no eran fieles a Maduro. 4- Por último, el manejo monetario del tipo de cambio fue un desastre. Ya para 2016, en el mercado libre el dólar se devaluaba a medida que el bolívar perdía valor, así los salarios se pulverizaron y la pobreza terminó en 2018 castigando el 60% de la población[8].
Ante una situación desastrosa, el endeudamiento con China y Rusia para financiar el déficit fiscal llevaron al país al borde del default, que solo pudo ser esquivado entregando recursos energéticos y minerales estratégicos a ambas potencias. Incluso dejando a las empresas mixtas en manos extranjeras.
La inseguridad no deja en paz a ningún venezolano. Las tasas de homicidios son las más altas de la región y Caracas se convirtió en el último año en la ciudad más violenta del mundo. El haber armado a los colectivos revolucionarios, hizo de Venezuela una de las sociedades más armadas del mundo, muchas de ellas terminaron en manos de delincuentes o narcotraficantes.
Desde 2017 e incluso antes, muchos venezolanos eligieron el camino de la migración a cualquier país de la región, España o los Estados Unidos. Miles ocuparon las cámaras de todas las televisiones del mundo al emprender su huida, a pie y con lo poco que les quedaban. Los que se quedaron sufren la escasez, el hambre y la pobreza de manera dramática.

Frente a una coyuntura así, la oposición impulsó protestas denunciando fraude en las elecciones de 2014 con un saldo de 43 muertos y opositores presos –uno de ellos Leopoldo López-, para luego durante diálogos impulsados por el Vaticano reconocer su derrota; también Obama tuvo que reconocer las elecciones después de amenazar con no hacerlo. En aquel momento las Guarimbas fueron las protagonistas de la calle y de la violencia.
En 2015, la oposición ganó de manera clara la mayoría de la Asamblea Nacional y desde ahí, el primer presidente opositor de un poder del Estado desde que llegó el chavismo al poder, llamó a enhebrar un camino para sacar del poder a Maduro. Lo cierto es que la oposición lucía unida pero se escindió en dos: los que querían negociar con el gobierno (moderados) y los que querían romper totalmente (radicales), quedando sin fuerzas para una posición fuerte y unificada. Es que la legalidad de los actos opositores no está clara: se basan en que el gobierno hace fraude o que viola los DD.HH. apresando opositores o torturando detenidos, cosa esta última de la que no quedan dudas; el gobierno puede gustar más o menos pero todavía no se genera una posición constitucional que amerite acciones más duras, por eso hasta la escisión de estos días, Europa o EE.UU. no tomaban una posición de apoyo directo al dichas demandas.
Paralelamente el gobierno se fue volviendo cada vez más autoritario, despidiendo generales que no adhirieran totalmente al nuevo presidente, e incluso defenestrando a parte de la vieja guardia chavista. Apresando líderes estudiantiles o haciendo que un gobernador se fuera del país. Las disidencias se sintieron en las bases de igual modo que no salieron a votar en 2015, haciendo que el segundo al mando, Diosdado Cabello, los acusara de traición al ya fallecido Hugo Chávez. A los disidentes que se fueron a una oposición más a la izquierda, fueron obligados a cambiar el nombre de sus organizaciones, como le pasó al nuevo partido inscrito electoralmente “Marea socialista”.
Después de un 2016 desastroso económicamente, 2017 fue escenario de nuevas protestas que debilitaron aún más al gobierno. La nueva posición de los EE.UU. de Trump cambió la percepción sobre el país, sumado a un giro a la derecha de toda la región con las victorias de Macri en Argentina, la destitución de Dilma en Brasil y la victoria de Piñera en Chile.
2018, apareció con una probable salida al laberinto venezolano, con las negociaciones hechas en la República Dominicana mediadas por el ex Jefe de Gobierno español, Rodríguez Zapatero. En ellas, el gobierno aceptó adelantar las elecciones presidenciales estipuladas para noviembre para llevarse a cabo en mayo. Pero todo fue por un corto tiempo, porque la mayoría de los opositores impugnaron las elecciones haciendo caso omiso a lo pactado. En las mismas participaron solo el 41% de la población con una victoria contundente del chavismo.
La oposición denunció fraude nuevamente y se llegó a la situación de suma cero que se encuentra actualmente el país. Con un presidente a la defensiva y un presidente de la Asamblea Nacional –joven y ambiciosos- proclamándose presidente encargado, existe una bicefalia de poder que no parece tener salida pacífica. El gobierno perdió mucha popularidad pero controla las FF.AA. y los resortes del Estado.
Mientras tanto, los acontecimientos se suceden y todos declaran tener de su lado la legalidad. Las potencias se alinean de un lado o del otro, agregándole tensión y un cariz geopolítico sin resolución alguna, tema que se tratara en el próximo artículo.
[1] Morales Gustavo: “El bipartidismo pactado”. Le monde diplomatique, Ed Cono Sur Explorador Venezuela, 2016.
[2] “Este fue el paquetazo de Carlos Andrés Pérez que desató el caracazo de 1989". Noticias al día, agosto de 2018.
[3] Laclau Ernesto: “La razón populista”. Fondo de Cultura Económico (FCE), 2005.
[4] Lemoine Maurice: “Golpe de Estado abortado en Caracas”. Le monde diplomatique, Ed Cono Sur, mayo de 2002.
[5] Este eje estaba conformado por Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países como Nicaragua y Cuba.
[6] Sanjuán Ana María: “claroscuros bolivarianos”. Le monde diplomatique, Ed Cono Sur, agosto de 2007.
[7] Mesa de Unidad democrática es el nombre que se le dio al partido unificado de la oposición. Fue disuelta en octubre de 2018 por las disidencias internas.
[8] Straka Tomás: “La urgencia de otro rumbo”. Le monde diplomatique, Ed Cono Sur, Explorador Venezuela, 2016.
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