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La nueva estrategia de contención

  • Foto del escritor: Dario Perero Prof.
    Dario Perero Prof.
  • 7 mar 2019
  • 6 Min. de lectura

EE.UU. interpreta que el mundo se encuentra en una nueva era de competencia estratégica. Así lo dice la Estrategia de Seguridad Nacional (SNE por sus siglas en inglés) del país de 2017. Por lo tanto, los Think’s Tank’s en Washington proponen diferentes estrategias para enfrentar a los nuevos rivales geopolíticos. Una de ellas es el regreso de la contención.

Vieja estrategia. En los comienzos de la guerra fría, en el establishment estadounidense buscaban una política exterior coherentemente orientada para enfrentar a la URSS. Algunos planteaban un ataque militar directo utilizando armas nucleares, terminando con cualquier capacidad de reacción de los soviéticos[1]. Pero la explosión de la primera bomba atómica del país comunista (1949) llevó a que se buscaran otras alternativas a la guerra. Ganó la pulseada una propuesta de George Kennan: la llamada “estrategia de contención”.

Kennan, politólogo y diplomático norteamericano de la era Truman, sostenía que debían fijarse regiones geográficamente importantes como objetivos que debían defenderse bajo cualquier condición ante la amenaza comunista. Así, Europa y América Latina sobre todo, tenían que estar bajo la órbita estadounidense, aplicando cualquiera de los métodos habidos sin importar los idealismos democráticos (Doctrina realista). Influido por Kennan, EE.UU. rodeó a la URSS con bases militares en Europa Occidental, en el Oriente Medio y en Japón. En los 70’, el acuerdo con la China de Mao promovido por Nixon, terminó por cerrar el cerco, generando un sentimiento de temor/reacción en los dirigentes del bloque oriental[2].

Cerco estratégico. Con los acuerdos firmados entre Gorbachov y Reagan en los 80’, se estipulaba que al desmantelarse el bloque oriental, la OTAN no avanzaría hacia los países de la Europa del Este ex comunistas. Pero los norteamericanos, secundados por sus aliados atlánticos, no cumplieron y avanzaron hasta las fronteras de la actual Rusia. Si hoy se mira un mapa, se puede apreciar como la OTAN tiene bases militares en Polonia, Lituania, Letonia y Estonia, en los Balcanes, Turquía, en el Cáucaso y en Asia Central. Eso es lo que los estrategas rusos ven como una política de cerco estratégico por parte de Occidente para acorralar al país eslavo. Nada alejado de la realidad.

En menor medida, el cerco militar se encuentra en las fronteras de China. EE.UU. tiene presencia en Filipinas, Japón, Corea del Sur, todo el Sudeste asiático, Afganistán; sumado a la presencia de la Armada estadounidense en el Pacífico, específicamente en el Mar de China Meridional. Irán, el otro gran enemigo de la potencia americana, también se encuentra rodeado desde el Golfo, Irak y desde la retaguardia en Afganistán.


George Kennan, ideólogo de la contención

¿Regresa la contención? En un artículo reciente para la prestigiosa revista especializada en relaciones internacionales Foreign Affairs, el analista Michael Mandelbaum sostiene la necesidad de una nueva política de contención coordinada por Estados Unidos contra sus rivales “revisionistas” del orden internacional[3]: “En los últimos años, tres poderes han lanzado esfuerzos activos para revisar los acuerdos de seguridad en sus respectivas regiones. Rusia ha invadido Crimea y otras partes de Ucrania y ha intentado desestabilizar secretamente las democracias europeas. China ha construido fortalezas de islas artificiales en aguas internacionales, reclamó vastas franjas del Pacífico occidental y se movió para organizar Eurasia económicamente de manera favorable a Beijing. Y la República Islámica de Irán ha expandido su influencia sobre gran parte de Irak, Líbano, Siria y Yemen y está buscando armas nucleares” y lanza la alarma para las élites norteamericanas de que “en caso de que la Rusia de Vladimir Putin logre reafirmar el control sobre partes de la antigua Unión Soviética, la China de Xi Jinping tome el control del comercio marítimo en el Pacífico occidental o el Ayatollah Ali Khamenei, Irán, domine las reservas de petróleo del Golfo Pérsico, los Estados Unidos, sus aliados y el orden global que sostienen sufriría un gran golpe”.

Por lo tanto, Mandelbaum reclama una nueva política de contención que ponga el foco en evitar cualquier avance geopolítico de las tres potencias que pueda cambiar la balanza de poder en perjuicio de la hegemonía de EE.UU. Lo importante según el analista es evitar que se creen esferas de influencias donde Washington no pueda interferir: un bloque euroasiático dirigido por Rusia, una hegemonía china en Asia Pacífico o la influencia iraní en el Medio Oriente, deberían evitarse conteniendo estratégicamente a dichos rivales como se hizo en su momento con la URSS. De todas formas, Mandelbaum argumenta que esta vez sería una estrategia diferente: “durante la mayor parte de la Guerra Fría, Washington se enfrentó a un poderoso y único opositor, la Unión Soviética: el líder del movimiento comunista internacional. Ahora debe hacer frente a tres adversarios separados, cada uno en gran medida independiente de los otros dos. Rusia y China cooperan, pero también compiten entre sí. Y mientras ambos tienen buenas relaciones con Irán, ambos también tienen poblaciones musulmanas grandes y potencialmente inquietas, lo que les da razones para preocuparse por el crecimiento del poder e influencia iraní. La contención de la Guerra Fría fue una empresa global única, implementada regionalmente. La contención contemporánea involucrará tres iniciativas regionales separadas, implementadas en coordinación”. Esta contención tripartita debería ser menos difícil que la anterior, aduce, ya que son potencias medianas, lejos del enorme poder militar que tenía la Unión Soviética. Rusia tiene un armamento nuclear y militar destacable pero nada comparado con los tiempos de la Guerra Fría; Irán, es un poder regional incapaz de proyectarse más allá del espacio circundante; China, según el analista, no tiene una fuerza militar comparable a la estadounidense pero es una amenaza por el tamaño enorme de su economía. Un colapso económico del régimen podría dañar seriamente a EE.UU. por la interdependencia económica entre ambos países. No obstante, la estrategia de contención debe tener cuidado de no fijar a los tres blancos a la vez, ya que “la lógica geopolítica y la experiencia histórica sugieren que reducir el número de amenazas es el mejor camino, como lo hizo Estados Unidos al unirse con la Unión Soviética para derrotar a los nazis y luego alinearse con la China de Mao Zedong para derrotar a la Unión Soviética”.

Concluye sosteniendo que EE.UU. no debe actuar solo sino crear grandes coaliciones como lo fue la OTAN para enfrentar a la URSS y tener cuidado de que esas mismas alianzas que se creen, no se vuelvan independiente del poder norteamericano. Esto último, los estrategas de las recientes administraciones lo vienen haciendo. El llamado “pivote asiático” de Obama contra China, pretendía crear una “OTAN del Pacífico” en la que se sumarían los países del Sudeste asiático, Japón y la India. No hay que olvidar, que la administración Trump hace referencia a la región de Asia-Pacífico como “Indo-Pacífico”, una manera de sumar a la discusión regional a un tradicional rival de China. Lo mismo en lo correspondiente a Irán, donde se piensa crear una “OTAN árabe”, que comenzó a diagramarse en la última reunión efectuada en Varsovia (Polonia), hace unos días atrás. De Rusia, demás está decir que agregado al cerco del que hablaba antes, se están instalando escudos antimisiles y tropas en todas las líneas del frente (en los últimos meses el ártico –el polo norte- se ha convertido en una región de disputa geopolítica como nunca antes, vital para un ataque nuclear por la estrechez de distancias ruso-estadounidense).

Parece que la contención no es solo cosa de un analista como Mandelbaum, sino el nacimiento de una nueva arquitectura de la política exterior de Estados Unidos, impulsada por la renovada era de competencia estratégica.

Estados Unidos no debe olvidar que todos los imperios que hegemonizaron el sistema-mundo moderno empezaron su declive cuando su ambición los llevó a combatir en un espacio territorial más amplio que el potencial a su disposición. Trump intentó una distensión con la Rusia de Putin para enfocarse en China pero el Deep State no se lo permitió. Por otra parte, tanto China como Rusia e Irán deben comprender que la amenaza que se cierne sobre ellos es muy difícil de enfrentar por separado. Una alianza tripartita que incluya una visión geopolítica común –que podría incluir a otros países (la OCS como vimos en otro artículo es un excelente prototipo)- puede ayudar a suplir las deficiencias que existen en cada uno de ellos, además de obligar a EE.UU. a un despliegue geográficamente gigantesco, difícil de sobrellevar.

[1] Noguera Jaime: Operación Dropshot: el plan de EE.UU. para destruir la URSS en 1959. RBTH, 11/06/2017.


[2] Otero María Beatriz: La doctrina de contención de los Estados Unidos. Revista Letras Internacionales, 11/09/2014.


[3] Mandelbaum Michael: La nueva contención. Foreign Affairs, Marzo/Abril de 2019.

 
 
 

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