El regreso de los neoconservadores
- Dario Perero Prof.
- 16 feb 2019
- 6 Min. de lectura

Con la llegada de Trump al poder, EE.UU. parecía encaminarse hacia el aislacionismo, rompiendo con la tradición contemporánea de los republicanos (unilateralismo) y en confrontación con la orquestada por los demócratas (multilateralismo). Sin embargo, a medio caminar de su mandato, las predicciones no se han cumplido y la ilusión de muchos votantes trumpistas de un “repliegue estratégico” podría estar terminándose.
Corrientes. El Partido Republicano fue desde sus comienzos hasta la presidencia de Eisenhower partidario de una política exterior aislacionista. La idea de no meterse en asuntos de política internacional –exceptuando Centroamérica y Asia-Pacífico- para enfocarse en el desarrollo interno, era un consenso político que comenzó a resquebrajarse cuando Wilson intervino en la Primera Guerra Mundial (obviando la vieja advertencia de George Washington de no entrometerse en Europa) y en el intento de la posterior creación de la Sociedad de Naciones, boicoteada por el Senado de mayoría republicana. Durante la Segunda Guerra Mundial, los debates fueron similares; recién empezaron a cambiar en los comienzos de la posguerra. La candidatura del general condecorado “Ike” Eisenhower fue, según sus propias palabras, para que los aislacionistas no hegemonizaran el “Gran Partido”.
Desde ese momento, con variaciones, los republicanos serían adeptos al internacionalismo y la doctrina realista, donde primaban los intereses estratégicos del país por encima de cualquier ideología o pensamiento democrático. Nixon a su manera seguiría esta línea –el llamado interés nacional vital- que comenzaría romperse en la convención republicana de 1976, con la figura ascendente de Ronald Reagan.
La derrota en Vietnam había provocado en algunos sectores académicos un gran estupor. En un sector se hablaba de replegarse, en otro, en cambio, se apostaba a una postura más agresiva en todos los ámbitos. Comenzaron a llamarse neoconservadores. Conformados por ex trotskistas desencantados que habían virado hacia la derecha más dura, apostando por una visión diferente de la política exterior norteamericana. Eran anticomunistas declarados e idealistas democráticos (aunque alejados de idealismo wilsoniano), que pregonaban la imposición del liberalismo y de los valores occidentales en todos los países –sean o no socialistas-. Los primeros ideólogos de la nueva corriente naciente en los 70’, eran el Senador Henry Jackson y los analistas/estrategas Podhoretz, Kristol, Moyniyan, que fundaron la revista commentary para proyectar sus ideas. Se le unirían luego Kagan y otros.
1976 fue el año donde pudieron sentirse parte de un partido y, en especial, de un candidato. La Convención Republicana enfrentó al tradicionalista Ford y a Reagan, que apostaba por una política exterior de corte moral, diferenciando el bien y el mal. Reagan perdería la pulseada pero su popularidad lo llevó a la presidencia en 1981. Muchos neocon’s entrarían en la nueva administración, logrando dirigir parte del nuevo enfoque hacia el mundo de la mayor potencia mundial. Nicaragua, Irán, “la guerra de las galaxias”, la guerra del Golfo, serían algunas de las iniciativas influenciadas por consejeros como Rumsfeld, Abrams, Kagan, Wolfowitz, Bolton, Perle, Cheney, etc. Con la derrota de Bush padre y el fin de la “edad de oro del conservadurismo”, volverían replegarse hacia los Think’s Tank’s en espera de volver al poder.
En los 90’, su rechazo a la Administración Clinton haría que finalmente se volcasen por el Partido Republicano, aduciendo que este era la última esperanza ante la miopía estratégica de los demócratas. Pero los republicanos estaban volviendo a sus raíces y, ante la política clintoniana, de idealismo y defensa de los DD.HH., volvían a anteponer el aislacionismo. Para hacer frente ambos partidos, los neoconservadores fundaron un Think Tank llamado “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”, donde se exponían sus ideas para lograr el dominio total de EE.UU. siglo XXI. Veían un mundo más peligroso que el de la guerra fría, donde las amenazas eran más difíciles de detectar y de combatir. Desde ahí se preparó la guerra contra Afganistán e Irak; en el caso de este último país fue Paúl Wolfowitz el ideólogo principal, obsesionado con derrocar a Sadam Husein desde la Guerra del Golfo donde no pudo convencer a Bush padre de avanzar más allá de Kuwait. Wolfowitz pertenecía a la línea dura de los neocon’s que proponían una política externa menos basada en la promoción de la democracia y de los DD.HH. y más en los intereses nacionales en el mundo –hijo de la escuela de Leon Bloom, un profesor universitario que reunía estudiantes para debatir de política en las universidades-; diferenciada del ala más moderada conformada por Kagan y Kristol. Con la elección polémica de Bush hijo, lograría su cometido[1].
En efecto, con la vuelta de los republicanos, volverían a ocupar el poder. Rumsfeld (Ministro de Defensa), Cheney (vicepresidente) y en cargos subalternos Abrams, Wolfowitz, Kagan, Bolton. Ellos impulsarían la guerras en Oriente Medio, el golpe contra Chávez en Venezuela, la creación del “eje del mal” –conformado por Irán, Irak y Corea del Norte-, se saldrían de tratados de misiles firmados en los 80’, crearían la doctrina de ataque preventivo, etc. Llevarían a EE.UU. a la unilateralidad total, aislándose del mundo.
La elección de Obama y durante su administración (2009-2016), perderían influencia sobre la Casa Blanca, cuando el primer presidente negro de EE.UU. sería más propenso al multilateralismo y a la no intervención. No atacaría Siria y pactaría con Irán, a pesar de bombardear casi todos los países del Medio Oriente y otros de África, aumentaría la tensión con Rusia y demás. Pero para los neoconservadores no fue suficiente.

Trump. Durante las primarias republicanas de 2016, apoyaron primero al tercero de los Bush en presentarse como candidato o a Ted Cruz, más adeptos a sus doctrinas estratégicas. Trump era una amenaza por sus propuestas: salirse de la OTAN, pactar con Rusia, aislarse del mundo para desarrollar el país; el fantasma del repliegue estratégico volvía a ceñirse sobre el partido del que formaban parte. Muchos de ellos, durante las elecciones generales comenzaron a emigrar hacia el bando demócrata donde veían la posibilidad de que Hillary Clinton pueda aceptar parte de su agenda externa.
La victoria del magnate fue un golpe para todo el establishment y sus aliados en el mundo, que lo veían como un aislacionista. En rigor, su primer Asesor de Seguridad Nacional fue su estratega de campaña y columnista del diario ultraconservador Breitbart News y uno de los máximo referentes de la Alt Right (“derecha alternativa” que promueve valores de extremistas y supremacistas). Nacionalista blanco y enemigo acérrimo de China, rechazaban toda postura a favor de la globalización financiera y, sobre todo cultural, siendo enemigo del multilateralismo en donde veía una estafa para EE.UU.; la OTAN y la UE parecían no estar entre sus prioridades y una normalización con Rusia era un proyecto viable. En definitiva, los únicos contentos eran los llamados “paleoconservadores”[2], que pedían una política exterior de este tipo desde varios años antes, a las antípodas de los neocon’s.
Pero desde las elecciones intermedias de noviembre dela año pasado, las cosas empezaron a cambiar.
Trump ya desde 2017 venía perdiendo fuerza en sus posturas iniciales. La salida de Banon, y la pérdida de poder de Kushner, yerno del presidente, iban de la mano con la renuncia a una distención con Rusia (mientras el acercamiento con Putin parecía darse, la investigación por la “trama rusa” se profundizaba y el Senado aumentaba las sanciones al país eslavo). Desde 2018, los neoconservadores volvían despacio. La renuncia de Rex Tillerson como Secretario de Estado y su sustitución por un halcón, Mike Pompeo, era una primera señal. A finales del mismo año, renunciaba Jim Mattis –secretario de defensa- y al unísono lo hacía el Jefe de Gabinete John Kelly, junto con el Consejero de Seguridad Nacional, McMaster. De esta manera, los militares perdían peso total en el gobierno trumpistas, dando espacio a viejos estrategas más agresivos.
Los neoconservadores coinciden con Trump sobre ser más duro con Irán y China, ambos lo ven como amenazas para la seguridad nacional, además de apoyar la actuación unilateral de la máxima potencia mundial. Rusia es donde han hecho cambiar la visión del presidente. Al igual que con Bush hijo, vuelven a sacar de un acuerdo sobre misiles de corto alcance con Rusia al país (con la mirada puesta en China que está fuera del tratado), idea de John Bolton, ex funcionario desde los tiempos de Reagan como ya escribí antes. Tomando el puesto de Asesor de Seguridad Nacional, el mismo ha dinamitado el acuerdo con Irán y se abocado a crear un nuevo eje del mal: esta vez conformado por Venezuela, Nicaragua y Cuba. Para derrocar a Maduro, trajo nuevamente al ruedo un viejo veterano de las guerras sucias en Centroamérica: Elliott Abrams. Este último cree que Israel es el heredero del imperio de universal que debería tener su capital en Jerusalén, por lo que la idea de Trump de trasladar la embajada de Tel Aviv a la Ciudad Santa del judaísmo y cristianismo –y también de islamismo- le sienta muy bien. El aumento del presupuesto militar también es una señal más de una influencia de los halcones en Washington.
En conclusión, Trump parece haber cedido en su política internacional. El haber ido al funeral de Bush padre, es una señal de que está tejiendo una mejor relación con el ala tradicional del partido republicano. Queda saber si lo ha hecho porque quiso o porque el Deep Estate (“Estado profundo”) lo ha presionado para no destituirlo[3]. Lo que está claro es que los neoconservadores han regresado y, por eso, el mundo será mucho más peligroso que antes.
[1] Parker George: La puerta de los asesinos. Historia de la Guerra de Irak. DEBATE, 2016.
[2] Barro Argemino: El auge de los 'paleoconservadores': de la irrelevancia a dominar la derecha de EEUU. El Confidencial, 26/09/2018.
[3] Thierry Meyssan: ¿Donald Trump ha sido obligado a renunciar? Red Voltaire, 29/01/2019.
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